Lucha contra las mafias del hachís

Plan Carteia: Combate al narco

  • Un centenar de agentes escogidos componen el cerebro y las manos de la lucha contra las mafias del hachís, expandidas desde el Estrecho a toda la costa andaluza

  • El operativo, integrado por cuatro unidades de la Guardia Civil, forma desde hace nueve meses una superestructura con amplios poderes

Varios miembros del CCON, en su sede del acuartelamiento de Eritaña, en Sevilla.

Varios miembros del CCON, en su sede del acuartelamiento de Eritaña, en Sevilla. / Antonio Pizarro (Sevilla)

Una docena de especialistas en narcotráfico, blanqueo de capitales, crimen organizado y corrupción trabaja en una sala de paredes blancas ante las pantallas de sus ordenadores. La habitación está presidida por un escudo que simboliza a las cuatro unidades de la Guardia Civil que desde hace nueve meses operan de manera conjunta y coordinada en la lucha contra el narcotráfico en toda Andalucía: una balanza en representación de la Policía Judicial, encargada de trabajar bajo las instrucciones de jueces y fiscales; un machete por el Grupo de Acción Rápida (GAR); un grifo rampante por Asuntos Internos –“somos los primeros en quitar nuestra propia porquería”– y un águila por el servicio de Información, cuyos miembros manejan los contactos más reservados en lugares insospechados.

Este selecto grupo de agentes componen el Centro de Concentración Contra el Narcotráfico (CCON Sur), el cerebro de las operaciones contra las redes del tráfico de hachís en las costas andaluzas y cuyo eje pivota desde hace décadas en el Campo de Gibraltar. En ese sur del Sur, a pie de terreno, se encuentra la otra parte del equipo, los responsables directos de ejecutar las operaciones, el Organismo de Coordinación del Narcotráfico (OCON Sur), compuesto por unos noventa miembros.

Al mando de todos ellos se encuentra el general Manuel Contreras, máximo responsable de la Guardia Civil en Andalucía, ademas de un teniente coronel al frente del CCON –ubicado en el acuartelamiento de Eritaña, en Sevilla– y un comandante en el Campo de Gibraltar para dirigir el OCON, con capacidad para desplazarse allí donde sea preciso.

El nombramiento del magistrado Fernando Grande-Marlaska como ministro del Interior en junio del año pasado supuso un salto cualitativo y cuantitativo definitivo a la hora de combatir las mafias del hachís. El 24 de julio de 2018, solo mes y medio después de su llegada al ministerio, aprobó una instrucción interna con el firme propósito de poner pie en pared ante el narcotráfico, convencido de que el problema había convertido determinadas zonas del Campo de Gibraltar en un territorio ajeno a la ley. Con el agravante de que esa situación no habría sido posible sin la pasividad del Estado ante el problema.

Nace el Plan Carteia

“En solo diez días diseñamos la estructura que necesitábamos y en veinte ya estaba completamente en marcha”, recuerda con orgullo uno de los responsables del operativo. Había nacido el Plan Carteia, así llamado en homenaje al yacimiento arqueólogico púnico-romano sito en el municipio de San Roque, en el corazón de la Bahía de Algeciras.

Con experiencia sobrada como magistrado de la Audiencia Nacional en la lucha contra el tráfico de drogas, Grande-Marlaska llegó a la conclusión de que solo con un grupo específico de agentes dedicados noche y día a la tarea era posible enfrentarse al narco. La Guardia Civil, al estar implantada en todo el territorio, fue el cuerpo elegido para la misión, lo cual no obsta para que tanto la Policía Nacional como el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) se mantengan igualmente al frente del pulso a las bandas en sus respectivos ámbitos. De hecho, los hermanos Antonio e Isco Tejón, líderes del clan de los Castañitas, fueron capturados en La Línea por agentes de la comisaría de la Policía Nacional.

Los resultados del OCON y CCON son la desarticulación de raíz de varias e importantes organizaciones dedicadas al tráfico de droga, un incremento espectacular del número de detenciones y una cifra de aprehensiones de hachís que triplica las existentes antes de la puesta en funcionamiento del plan, con una media de 20 toneladas al mes. Los jefes de los principales clanes están en prisión o huidos de España, si bien es cierto que eso no impide que algunos sigan teledirigiendo sus redes a través de una malla de lugartenientes.

Las indicaciones dadas desde Interior para la Guardia Civil son claras: “Tenemos prioridad absoluta a la hora de actuar. El OCON y el CCON forman una estructura que se superpone a la que había con anterioridad. Se han priorizado temas como la investigación patrimonial y el blanqueo de capitales, lo cual es clave, y otros aspectos como la presencia del GAR o la utilización de helicópteros para grandes redadas. Cada mes contamos con más medios, aunque a veces sea a costa de los recursos de que ya dispone la Guardia Civil”.

Logotipo del CCOM: una balanza, un águila, un grifo y una espada. Logotipo del CCOM: una balanza, un águila, un grifo y una espada.

Logotipo del CCOM: una balanza, un águila, un grifo y una espada. / A. Pizarro (Sevilla)

El pasado 1 de abril, en una visita fugaz a La Línea para reunirse con la coordinadora antidroga Alternativas, Grande-Marlaska dio algunas pistas, sin entrar en detalles, sobre los recursos que su departamento prevé destinar contra el narcotráfico: “Estoy satisfecho con todo lo que se ha hecho hasta ahora, pero lo más grande del paquete de medidas está por llegar”. Las palabras del ministro son una buena señal porque la esperanza de los responsables del Plan Carteia es que el dispositivo se mantenga por tiempo indefinido, hasta que el narcotráfico se vea si no acabado, sí reducido a su mínima expresión.

Las puertas del CCON en Sevilla se abren rara vez a la prensa por motivos obvios de seguridad. Los miembros de este equipo antinarco son lo mejorcito de la casa, una combinación de expertos agentes que conocen bien el suelo que pisan. Algunos de ellos han sido trasladados desde diversos puntos de España para esta labor. Con una media de edad que ronda los cuarenta años, su indumentaria de trabajo son pantalones vaqueros y camisetas o, en su defecto, camisas de cuadros. Nada de formalidades. De una de las paredes cuelga un gran panel blanco donde figuran escritas con rotulador las operaciones en curso, una lista de nombres en clave con una suerte de estadillo sobre la situación en que se encuentran cada una de ellas.

“Contamos con una estructura de trabajo muy flexible para poder mover a las unidades operativas allí donde sea necesario”, explica el teniente coronel. La clave es tener la máxima agilidad a la hora de dar respuesta a las bandas criminales y tratar de anticipar a sus movimientos. La tarea no es sencilla. Los responsables del Plan Carteia admiten que si algo le sobra a las mafias del narco es personal, recursos materiales y dinero: para hacerse con gomas valoradas en 300.000 euros, para comprar teléfonos satelitales encriptados o para instalar un radar en la Atunara –en primera línea de playa, mirando a Marruecos– con un operador muy cualificado a fin de controlar todos los movimientos de los barcos en el Estrecho, especialmente de las patrulleras.

El narco se expande

La presencia reforzada de las fuerzas y cuerpos de seguridad de Estado ha reducido de manera muy notable la entrada de hachís por las costas del Campo de Gibraltar, pero el negocio continúa. Los jefes de la droga han desplazado la entrada de los alijos a toda la costa andaluza, sur de Portugal e incluso Murcia. “Hemos visto cosas muy raras, como una goma que tras salir desde Marruecos ha recorrido 400 millas antes de dejar su carga en la costa de Málaga”, apunta el mando. “Cuanta más distancia tengan que recorrer , más problemas logísticos para las mafias. Necesitan naves para guardar las embarcaciones, talleres para arreglarlas, víveres, una red que les suministre la gasolina en el mar, nuevas collas en tierra para descargar la droga... Aunque los jefes siguen siendo los mismos y les gusta controlar todo. Hemos detenido a gente de La Línea hasta en Almería”, subraya.

Siempre hay excepciones, pero las bandas autóctonas del Campo de Gibraltar no se distinguen últimamente por ser especialmente violentas, como sí ocurre en la Costa del Sol, donde los enfrentamientos entre los clanes extranjeros han concluido más de una vez con un cadáver sobre el asfalto. “La violencia está muy mitigada. Se da en los vuelcos (robos de droga que se dan entre bandas) o durante ajustes de cuentas”, relata otro mando de la Guardia Civil, quien subraya que los narcos no suelen utilizar armas contra los agentes. “Cada vez que agreden a un compañero o amenazan a una autoridad judicial lo hacen contra todos nosotros. Y eso no lo vamos a permitir”, advierte.

La prioridad del Plan Carteia fue desde sus inicios restablecer el principio de autoridad, puesto en duda, por ejemplo, con la sonada fuga del narco Samuel Crespo el 6 de febrero de 2018 del hospital de La Línea mientras estaba bajo custodia de dos policías.

"A veces pides 25 registros y te conceden solo siete porque no hay suficientes secretarios judiciales"

¿Hay complicidad entre las fuerzas del orden, los jueces y los fiscales? La respuesta es compleja porque la falta de medios en determinadas instancias de la administración de Justicia repercute directamente en la calidad de su trabajo.

“Nos gustaría que hubiese más agilidad a la hora de autorizar pinchazos telefónicos o registros, medidas que muchas veces hay que adoptar de forma urgente. A veces pides 25 registros y te conceden solo siete porque no hay suficientes secretarios judiciales para que estén presentes en el momento en que entramos en un domicilio o una guardería”, lamenta un agente.

Ese trabajo de colaboración se da también con la Policía Nacional y el SVA, cuerpos con los que son habituales las operaciones conjuntas. Y sí, se admite que a veces hay pelusilla entre ellos por ver quién cuenta con más medios o se apunta un tanto ante la prensa colocando su logotipo en un vídeo, “aunque eso no es malo porque sirve para motivarte”.

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