Arrastre de latas 2024

El séquito del pez multicolor recibe a los Reyes Magos en Algeciras bajo el azote del viento del norte

El ‘Pez de latas’, de Fermín Pinteño Raposo, justo antes de comenzar el arrastre.

El ‘Pez de latas’, de Fermín Pinteño Raposo, justo antes de comenzar el arrastre. / Erasmo Fenoy

Coyopa y Taranis eran los dioses del ruido en la mitología maya y celta, respectivamente. La cultura clásica no encargó a ninguna divinidad que se ocupara del estruendo, pero sí del silencio. Harpócrates, venerado por griegos y romanos, aparece representado en esculturas y relieves como un niño desnudo con el dedo índice sobre los labios. 

De vivir en Algeciras, Harpócrates no habría sabido dónde esconderse durante la víspera de Reyes, cuando miles de niños arrastran, como bien describe José Juan Yborra, "un ruido metálico de metal barato y abollado que no entiende de decibelios" para que sus Majestades de Oriente no olviden dejar juguetes en sus casas. La tradición de las latas, regocijo para las almas de Coyopa y Taranis. 

"De vivir en Algeciras, Harpócrates, dios del silencio, no habría sabido dónde esconderse durante la víspera de Reyes"

En este rincón perdido del mapa, allá donde terminaba el Mediterráneo y casi el mundo, gusta mucho y desde siempre la algarabía. La leyenda justifica el escándalo con que, cada mañana del 5 de enero, hay que llamar la atención de los Reyes Magos y asustar, de paso, al gigante Botafuegos que tenía oculta la ciudad bajo una espesa niebla, la cual lanzaba desde las montañas que custodiaban la bahía. La bruma del levante, fastidiando desde tiempos remotos.  

Los niños esperan en el Llano Amarillo la llegada de los Reyes Magos, este viernes. Los niños esperan en el Llano Amarillo la llegada de los Reyes Magos, este viernes.

Los niños esperan en el Llano Amarillo la llegada de los Reyes Magos, este viernes. / Erasmo Fenoy

De Briareo a Botafuegos

Mucho antes que Botafuegos, en el Estrecho de Gibraltar vivió otro gigante, de nombre Briareo, a quien Yborra también ha dedicado recientemente un artículo en este periódico. Su descomunal fuerza le convirtió en un perfecto cancerbero de las puertas del Tártaro, en el extremo occidental del mayor mar conocido hasta entonces. Don Quijote se acordó de él al imaginar colosales gigantes tras los molinos de La Mancha.

Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo: —Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Quién sabe si Botafuegos era un nieto lejano de Briareo. Quien consulte el secreto árbol genealógico de los gigantes campogibraltareños lo descubrirá. Yborra, apúntese la posible investigación.

El caso es que los niños de Algeciras han crecido con la leyenda de Botafuegos resonando en sus finos tímpanos, entre el estallido de las latas sobre "suelos de asfalto, zahorra, losas de granito, solerías hidráulicas y algún que otro adoquín testimonial". También sobre más de una loseta suelta, que cualquier día nos romperemos la crisma al pasear por esta bendita ciudad plagada de boquetes. 

Cientos de algecireños bajan por Blas Infante, dirección al Llano Amarillo. Cientos de algecireños bajan por Blas Infante, dirección al Llano Amarillo.

Cientos de algecireños bajan por Blas Infante, dirección al Llano Amarillo. / Erasmo Fenoy

El mundo de Oz

Este año, los niños más impacientes, los que no fueron capaces de esperar a que el reloj del campanario de La Palma marcara las doce, hora oficial en la que arrancaba el arrastre desde la Plaza Andalucía, mojaron sus ristras de hojalata en los charcos que la lluvia había formado durante la noche. Al mediodía, como por arte de magia, ya brillaba el sol, aunque calentaba poco. Un fuerte viento del norte azotaba las narices enrojecidas de los pequeños.

En el Mago de Oz, la Bruja del Norte era buena y se llamaba Glinda, interpretada por Billie Burke en la maravillosa versión cinematográfica de 1939. Era quien le daba la bienvenida a Dorothy al mundo multicolor de Oz. Quizá fue Glinda quien, mediante una brisa gélida, se encargó personalmente de alejar las nubes de tormenta a primera hora de la mañana.

En Algeciras, un grandioso pez también de mil colores, obra ganadora del último concurso de esculturas de latas, presidía el cortejo de este viernes. Su séquito estaba formado por un portacontenedores de la Maerks, un erguido Batman, una araña de ocho patas, el perrito australiano Bluey, un tren más rápido que muchos de la Renfe, camiones con su conductor al volante y una sucesión de latas y más latas, el mismo material que sirvió para crear al Hombre de Hojalata, el segundo compañero que se unió a Dorothy durante su travesía hasta Ciudad Esmeralda. "Yo elijo el corazón porque el cerebro no hace feliz a uno", deseó este personaje inventado por el novelista Lyman Frank Baum.

La esperada llegada en barco de los Reyes Magos de Oriente a Algeciras. La esperada llegada en barco de los Reyes Magos de Oriente a Algeciras.

La esperada llegada en barco de los Reyes Magos de Oriente a Algeciras.

A falta de un camino de baldosas amarillas, por la calle Ancha, over the rainbow, los niños se entretenían a charlar con Blas, el mago volador, y con Chema, disfrazado de El planeta de los simios. La Ciudad Esmeralda, en Algeciras, se encuentra en la explanada del Llano, en la antigua dársena pesquera, que es donde desembarcaron de la Zenit Cat, llegados de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar entre música y gritos de felicidad. Se calcula que había congregadas unas 12.000 criaturas. Más ruido.

A falta de un camino de baldosas amarillas, por la calle Ancha los niños se entretenían a charlar con Blas, el mago volador, y con Chema, disfrazado del 'El planeta de los simios'

Mientras tanto, La Alicantina, la confitería con más solera del pueblo, estaba de bote en bote. Mercedes, con su impecable delantal blanco, vendía bolsas de caramelos, regalices y otras chucherías. Una señora entró buscando roscón de Reyes, un dulce que La Alicantina no trabaja. Salió disgustada la mujer por la puerta que desemboca a la calle General Castaños y casi se da de bruces con una joven que portaba una enorme caja con roscón. "¿Dónde lo has comprado?", cuestionó la señora, señalando. "Si te parece, lo he encontrado en una farmacia. ¡Vaya pregunta!", respondió airada la muchacha, quien dejó a su interlocutora con los ojos como platos, plantada en la acera sin saber muy bien qué hacer.

Existen corazones difíciles de ablandar. Mucho más duros que la hojalata.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios