Cultura

Marta Álvarez, ex presidenta de AlCultura: "La fortaleza cultural en Algeciras es que se ha creado una comunidad"

  • Deja la presidencia después de tres años y otros siete en juntas directivas

  • "La cultura es para todos, pero todo no vale", apunta

  • "La debilidad es el apoyo institucional: deberían tirar más del carro"

Marta Álvarez explica su gestión. Detrás, obras de Daniel Domínguez

Marta Álvarez explica su gestión. Detrás, obras de Daniel Domínguez / Vanessa Pérez

Marta Álvarez acaba de dejar la presidencia de la asociación AlCultura después de tres años intensos de gestión. Se emocionó cuando en abril de hace dos años, en 2022, volvieron a abrirse al público los contenedores rojos de la dársena del Saladillo. Fue la culminación de un trabajo hecho en la sombra para que AlCultura recuperase su vitalidad y su sitio en el panorama cultural algecireño y campogibraltareño, una gestión protagonizada mayoritariamente por mujeres.

Empresaria de hostelería, se fue de Algeciras en 1996, a vivir una etapa en Madrid donde trabajó en la comunicación y en la producción. Asistió a la reunión fundacional de AlCultura, en la Cámara de Comercio en 2009, pero no fue hasta años más tarde cuando regresó a la ciudad y se incorporó a las juntas directivas de la asociación. Son diez años dedicados a la gestión cultural en los que dice que ha aprendido a escuchar, a ser humilde y ha tenido la oportunidad de conocer a mucha gente interesante, "personas que te abren perspectivas".

¿Hay un espíritu AlCultura?

Sí, estuve en la primera reunión en la Cámara de Comercio y había entonces muchas personas interesadas para que ocurrieran cosas en Algeciras que no estaban pasando. Magda Belloti y Paco Soto fueron los promotores de ese encuentro, y unieron a un grupo de personas de una generación a la que se unieron otras de una generación más próxima.

¿Cómo se define ese espíritu?

Por la cultura contemporánea. Hay una serie de personas o de colectivos que comparten intereses artísticos que también tienen un interés por cambiar la ciudad, porque pasen cosas aquí. Hay un interés de transformación de la ciudad. La sensación era que había gente muy potente y muy interesante que no estaba viendo reflejada sus creaciones en lo que pasaba en Algeciras.

¿Qué piensa que deja como herencia después de diez años?

Para mí, lo más importante es que hemos vuelto a abrir AlCultura. Después de la pandemia y de la muerte de Paco Soto esto quedó como una casa abandonada, en la que ni siquiera se pasaba la cuota de socio. Podía haber sido el fin. Es lo que hemos logrado abriendo los espacios, con la ayuda de la Autoridad Portuaria. Ese trabajo de un año entero, con esto cerrado, hay que ponerlo en valor. Hicimos un trabajo de fondo, de hormiguita. Y otra cosa importante, hemos conseguido que entren otros colectivos, con gente joven, y la rehabilitación del Box Levante con Ahmed y María Moncada. Aquí vuelven a pasar cosas. Y con un concepto que ha cambiado. Esto de que vas a una exposición y te vas a tu casa se ha perdido. En los espacios de creación tiene que haber una sensación de voy y doy, y no solo recibo. A AlCultura viene más gente que antes.

¿Cómo se llevan la cultura institucional y la de asociaciones?

Entendemos que el Ayuntamiento tiene que cubrir un espectro más grande y también tiene su propia línea editorial, como se diría en el periódico. La cultura es para todos, pero no todo vale. La cultura tiene que tener un nivel. Para mí esto es fundamental. El espacio no puede ser elitista, pero quien expone aquí tiene que tener un nivel.

"La fortaleza de AlCultura es que se ha creado una comunidad y eso es importantísimo"

¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de la cultura en Algeciras?

La fortaleza es que se ha creado una comunidad y eso es importantísimo. Al final, somos seres sociales. Puedes escribir un libro o hacer una exposición y no viene nadie y no funciona. Creo que hay una comunidad en Algeciras. Las debilidades, quizás el apoyo institucional no es suficiente. Deberían tirar más del carro. Y tenemos que mirar más allá, incluso establecer más relaciones con Cádiz, Málaga y Sevilla. A veces da la sensación que estamos aislados.

Marta Álvarez, delante de una obra de Alejandro Cuerda Marta Álvarez,  delante de una obra de Alejandro Cuerda

Marta Álvarez, delante de una obra de Alejandro Cuerda / Vanessa Pérez

¿Cómo se logra ser menos dependiente de las instituciones?

Siempre hemos tenido una ayuda de la Autoridad Portuaria. Ellos mantienen el espacio, lo que unimos a la cuota de los socios. Lo que falta es inversión. Aquí falta dinero. No hay responsabilidad social de las empresas, más allá de la APBA. Esto es un trabajo que hay que hacer, buscar esa financiación. Solo con la cuota de los socios no podemos traer gente de fuera.

¿Muchas personas siguen creyendo que la cultura es gratis?

Te encuentras cada vez menos personas que piensen así, y me gusta. La gente joven te lo dice. Me parece fantástico. Nosotros hemos pagado todo siempre. Por supuesto que la cultura no es gratis.

"AlCultura vuelve a estar donde estaba antes de la pandemia"

¿En el horizonte está asegurada la existencia de AlCultura?

Sí, creo que sí. Primero porque es una asociación que ahora es robusta. Lo siento así. Me siento súper orgullosa del trabajo que se ha hecho. No creo que la falsa modestia sea buena. Por supuesto, cuando empiezas un proyecto había más ambición, pero la realidad es aplastante, sobre todo con el dinero, la financiación. Ideas había miles, pero hemos conseguido una comunidad de socios y volver a ser faro de la cultura contemporánea en la comarca. AlCultura vuelve a estar donde estaba antes de la pandemia.

La gestión de AlCultura ha sido protagonizada por mujeres.

Básicamente hemos sido mujeres. El núcleo duro, con Irene Jiménez y Maribel Grau, hemos tirado del carro hasta el final. Estoy súper agradecida a ellas porque todas tenemos que compatibilizar trabajo y vida familiar. Me siento orgullosa de haber tenido a estas amigas que hemos formado parte de este proyecto. Se me pone la piel de gallina. O Cibeles Fernández, que ha hecho también un trabajo fantástico.

¿Qué ha aprendido en lo personal?

En los últimos años, muchísimo. ¿Cómo lo definiría? Primero, venía de haber trabajado en Madrid en comunicación y producción. Meterte en una asociación con diferentes puntos de vista, diferentes formas de ver la vida. He aprendido a escuchar. Eso lo aprendí de Paco Soto (arquitecto y ex presidente fallecido). Los artistas exponen su obra, su alma, y tú tienes que estar ahí, que se sientan bien. Me quedo con la humildad. A veces hay un no que es un no, y que donde ibas a llegar no llegas, pero está bien. Llegas a menos, pero bien. Hay veces que me he equivocado. De los errores se aprende un montón. Y he conocido a gente tan interesante en estos últimos diez años, personas que te abren perspectivas. Siempre me quedo con experiencias personales.

¿Cuál es la insatisfacción con la que se queda?

Justo por el dinero. Me hubiese gustado hacer más cosas. Hay proyectos que se han quedado en el tintero, como las jornadas de urbanismo. Lo hemos intentado, pero al final somos muy pocos y todos tenemos nuestras vidas. Esto es un trabajo no remunerado y lo que haces es por amor al arte. Las jornadas de arte y tecnología tampoco se han podido hacer este año.

¿Momento con el que se quedaría?

En los últimos dos años me he emocionado muchas veces porque lo que hacíamos ha tenido una acogida maravillosa. El 21 de abril de 2022, cuando reabrimos, ese día me emocioné. El año que pasamos antes trabajando aquí lo recordé en ese momento. Y la perdida de Paco fue muy fuerte para mí. Me enseñó mucho. Y me quedaría con La Terminal, el cine de verano gracias a Eugenio, Mercedes e Inma, que han hecho un trabajo estupendo.

¿Y usted a partir de ahora?

Mi proyecto gastronómico, las pequeñas exposiciones que monto y tengo un corto documental que quiero terminar. Bueno, no quiero contar mucho. Hay cosas personales que he dejado de hacer, que dejé a un lado mi parte creativa. Ahora necesito vaciarme para volver a hacer cosas yo.

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