NAVIDAD 2023

Mañana de compras de Navidad en el mercado Ingeniero Torroja de Algeciras: "¿Quisquillas no tienes?"

Una pescadería en el interior de la plaza de abastos, este sábado.

Una pescadería en el interior de la plaza de abastos, este sábado. / Andrés Carrasco

"¿Las gambas de dónde son?", pregunta una clienta tras el mostrador de Antonio Martín, la boutique del pescado en Algeciras. "De Huelva", responde una de las tenderas. "¿Y los langostinos a cuánto están?", interroga la misma compradora. "A cuarenta", contesta estoica la dependienta. "Una gamba buena me gusta más que un langostino. Es más fina de comer". La empleada de Antonio Martín no pone objeciones. "¿Sabes lo que te digo? Que no me llevo ni una cosa ni la otra", concluye la señora, que de inmediato vuelve a la carga con una nueva petición.

"¿Quisquillas no tienes?". "No quedan", manifiesta la pescatera, impávida. "¡Me cago en la mar!", se escucha por encima del barullo. El marido de la clienta observa la escena a una distancia prudencial, mientras vigila el carrito de la compra. "Visto lo visto, ponme camarón gordo. Pero poquita cantidad, que es un antojo mío. Me encanta". La compleja compraventa en Antonio Martín se cierra con un puñado de camarones, un "felices fiestas" y el suspiro de la tendera, quien recupera la sonrisa para atender a un nuevo cliente que quiere saber cómo se cuecen las gambas. "Una vez que empieza a hervir el agua, las saca. No tiene misterio". 

Fuera, en la calle, se oye un golpe seco. Un Toyota Land Cruiser, al tomar la curva, ha rozado contra la furgoneta de la pescadería, aparcada en la puerta. Un muchacho con botas de agua sale del vehículo, al igual que los ocupantes del otro coche. Empiezan a inspeccionar los arañazos y a intercambiar los papeles del seguro.

El mercado Ingeniero Torroja de Algeciras desprende esta mañana, 23 de diciembre, ambiente navideño, salvo por la presencia de una artista que, junto a un cartel que aclara "voz en directo, no es playback", canta boleros y otros temas de desamor. "Él se fue una mañana y al despedirse me dijo que esperara que iba a volver. Pasa la primavera, pasa el verano, se va el otoño, va llegando el invierno y sigo sola pensando en él", entona la espontánea frente a la panadería de Escalona. 

Clientes entre los puestos de frutas y verduras en la plaza del mercado. Clientes entre los puestos de frutas y verduras en la plaza del mercado.

Clientes entre los puestos de frutas y verduras en la plaza del mercado. / Andrés Carrasco

En el interior del mercado, los puestos irradian sus glorias. Las monedas golpean los mostradores con alegre sonido, la fruta apilada en espléndidas pirámides, los racimos de uvas colgando de afilados ganchos esperando ser engullidas en Nochevieja, los solomillos regordetes exhibiendo su jugo sin pudor, los peces dorados y plateados con los ojos atónitos, las latas de conservas en torres, entre los quesos Payoyo, gracias a las expertas manos de un malabarista... "Todos los comestibles eran magníficos y bien presentados para la Navidad (...) y después una sensación biliosa, incluso a los espectadores más fríos", como escribió Charles Dickens.

Al igual que en la novela más célebre del británico, en la plaza de abastos de Algeciras, los clientes compran apresurados y agitados, entrechocan sus carritos por los pasillos del edificio diseñado por Eduardo Torroja Miret, olvidan las bolsas en el mostrador y regresan corriendo a recogerlas.

Árbol de Navidad en el centro del Ingeniero Torroja. Árbol de Navidad en el centro del Ingeniero Torroja.

Árbol de Navidad en el centro del Ingeniero Torroja. / Andrés Carrasco

"¿Más cositas, caballero?", la dependienta de Antonio Martín no descansa. "Un par de kilos de mejillones, por favor", contesta un hombre. Pregunta él: "¿Están saliendo buenos?". "Vienen pequeñitos", responde la vendedora. "A mí me gustan grandes, muy grandes, que se vean bonitos en el plato". Otra compra frustrada.

El espíritu de la Navidad (y a veces el temple) se cultiva en los mercados. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios