Instituto de Estudios Campogibraltareños

Sir Alexander Godley y el conde de Jordana (I)

  • Entre 1929 y 1930 los generales Alexander Godley, gobernador de Gibraltar, y Jordana, alto comisario del Protectorado de España en Marruecos, se intercambiaron sendas visitas

  • A raíz de estos encuentros, se pusieron de manifiesto las buenas relaciones diplomáticas existentes entre los dos países

  • Algeciras, durante el reinado de Pedro I (1350-1369)

La calle Real de Gibraltar en los años 40.

La calle Real de Gibraltar en los años 40.

Sir Alexander J. Godley (Gillingham, 4 de febrero de 1867-Oxford, 6 de marzo de 1957), cuando fue aceptado por el rey George V para el cargo de gobernador de Gibraltar, a finales de junio de 1928, estaba al final de su carrera militar. Teniente general del Arma de Caballería, sustituía al general sir Charles C. Monro. Tenía una larguísima trayectoria en la administración colonial.

En su dilatada hoja de servicios figuraba su participación en acciones y lugares tan sonoros como la guerra de los Boers, en Sudáfrica, comandante de las fuerzas británicas en Nueva Zelanda, el fracasado desembarco de Gallipoli, o comandante del ejército de ocupación del Ruhr (1919-1922). En 1924 fue nombrado comandante del Comando del Sur de Inglaterra, y gobernador de Gibraltar en 1928, hasta su jubilación en 1933.

Fue a mediados de octubre de 1928 cuando tomó posesión del cargo. Por esas fechas, la Guerra del Rif estaba resuelta, al igual que la situación en la ciudad internacional de Tánger atravesaba por un periodo relativamente tranquilo, por lo que no tuvo que enfrentarse a tan delicadas cuestiones.

La caza era una pasión compartida con su esposa, Louisa Marion Fowler, con quien se casó en Ashby St. Ledgers, Northampton, el 17 de septiembre de 1898. Aunque no tuvo hijos, su matrimonio fue feliz. Esta afición a la caza la pudo disfrutar en Gibraltar al participar en las cacerías de la Calpe Hunt. Pero quizás, el mejor recuerdo que ha dejado sir Alexandre ha sido la creación del Museo de Gibraltar. Inaugurado el 23 de julio de 1930, se encuentra ubicado en el corazón histórico, en la antigua residencia del Oficial Principal de Artillería, donde se hallaban unos baños árabes.

Mantuvo buenas relaciones de vecindad con el gobernador del Campo de Gibraltar, el general Mario Muslera. También visitó el Protectorado francés en Marruecos, en diciembre de 1929, invitado por el residente francés, Lucien Sant.

Cuando acabó su mandato se fue convencido de que la soberanía sobre el territorio no molestaba en absoluto a los españoles.

En cuanto a  (Madrid, 1 de febrero de 1876- San Sebastián, 3 de agosto de 1944), fue nombrado alto comisario el 4 de noviembre de 1928, y estuvo al frente de la Alta Comisaría hasta el 23 de abril de 1931.

Hijo del también del alto comisario fallecido en su despacho de Tetuán en 1918, tenía una larga trayectoria en Marruecos. Tras el golpe de Estado del 13 de septiembre de 1923 encabezado por Primo de Rivera, Jordana formó parte del Directorio Militar, encargándose de los asuntos marroquíes -en los últimos años había sido el responsable de la Dirección General de Colonización-.

El conde de Jordana, alto comisario del Protectorado de España en Marruecos. El conde de Jordana, alto comisario del  Protectorado de España en Marruecos.

El conde de Jordana, alto comisario del Protectorado de España en Marruecos.

Durante su etapa de alto comisario creó las bases del Protectorado de España en Marruecos, guardó permanentes relaciones e intercambió visitas con los residentes franceses Theodore Steeg (octubre de 1925-mayo de 1929) y Lucien Sant, (mayo de 1929-julio de 1933), con el gobernador de Gibraltar, el citado sir Alexander Godley, y visitó la Comisión Internacional de Tánger. Además, estableció firmes relaciones con el jalifa y transformó la ciudad de Tetuán.

Otro personaje que potenció y ancló las buenas relaciones con Gibraltar fue Luciano López Ferrer (Villena, 1869-Madrid, 1946). Abogado y diplomático, profesor de la Escuela Diplomática. Tras una larga carrera en el Protectorado español en Marruecos, el 19 de mayo de 1923 fue nombrado cónsul general en Gibraltar, donde trabó relaciones con los funcionarios británicos, así como con los hombres de negocios más sobresalientes.

Simultáneamente desempeñó algunas comisiones lejos de su puesto, como en la República Argentina durante la campaña de aproximación a los países hispanoamericanos emprendida por Primo de Rivera.

El 6 de junio de 1931 el Gobierno de la República lo nombró alto comisario del Protectorado de España en Marruecos. No obstante, volvería a regir el consulado gibraltareño durante la guerra civil española, cuando el curso de la guerra favorecía a Franco, lo que unido a sus buenas relaciones con el Reino Unido condujo al intercambio de representantes oficiosos entre Burgos y Londres en noviembre de 1937. En Gibraltar se instaló un consulado franquista encabezado por el susodicho López Ferrer, quien fue nombrado “Sub-Agente Encargado del Consulado General de Gibraltar” el 11 de febrero de 1938. López Ferrer desplegó una actividad más eficaz y ventajosa que el cónsul republicano. Un año después, en febrero de 1939, Gran Bretaña reconocía a la España de Franco.

Socorro a los aviadores

Cuando sir Alexander Godley llegó a Gibraltar en octubre de 1928 su intención fue fomentar las buenas relaciones con sus vecinos. A ello contribuyó el cónsul Luciano López Ferrer, un diplomático experimentado que llevaba más de cinco años en Gibraltar. La prueba de estas buenas relaciones se materializó cuando el famoso aviador Ramón Franco, junto a González Gallarza, Ruiz de Alda y el mecánico Madariaga, despegaron del Mar Menor en un Dornier 16, el 21 de junio de 1929, rumbo a las Azores. Al día siguiente de la partida se perdió la posición. Una semana estuvo a flote el hidroavión sin ser encontrado. Finalmente, y cuando se temía lo peor, el 29 de junio fue localizado y rescatado por el portaaviones británico Eagle en una posición muy próxima a la isla de Santa María. Desde las Azores fue llevado a Gibraltar, y fueron recibidos como héroes en la comarca el 2 de julio de 1929.

Cuando sir Alexander Godley recibió la noticia del rescate dijo que se encontraba muy satisfecho de las cordialísimas relaciones existentes entre España e Inglaterra, “y espero que el pueblo de Gibraltar hará a los aviadores un recibimiento digno de su valor”. También el cónsul de España en Gibraltar contribuyó a organizar el recibimiento.

Sir Alexander Godley. Sir Alexander Godley.

Sir Alexander Godley.

Mientras los aviadores españoles viajaban rumbo a Gibraltar, en el campo de la Real Sociedad Hípica de Ceuta se jugó un partido de fútbol entre la selección militar de Gibraltar y la selección militar de Ceuta, ganando la norteafricana por dos a uno. Antes de empezar el partido las bandas de música interpretaron el God Save the King y la Marcha Real. El público, que abarrotaba el campo y las tribunas, prorrumpió en una delirante ovación, dando vivas a Inglaterra en homenaje por el salvamento de los aviadores. La selección gibraltareña, al recorrer la población, fue objeto de unánimes aclamaciones y de atenciones cariñosísimas.

Y el propio gobernador de Gibraltar fue a recibir a aquellos héroes para darles la bienvenida, interviniendo seguidamente el gobernador del Campo de Gibraltar, general Muslera, y López Ferrer, quien ofreció un discurso lleno de agradecimientos en nombre del Gobierno español. Como las relaciones con la colonia británica eran cada vez más fluidas, el recién creado Patronato Nacional de Turismo instaló una oficina en Main Street 63- 65-67, cuyo director era el propio Luciano López Ferrer.

La visita de Godley a Ceuta y el Protectorado español en Marruecos

En este contexto tan propicio, oportuno y favorable fue cuando el gobernador de Gibraltar, sir Alexander Godley, emprendió una gira por Ceuta y el Protectorado español en Marruecos.

Cuando sir Alexander Godley fue invitado por el general Jordana a visitar Ceuta y las ciudades del Protectorado español seguía portando una apariencia alta y fibrosa. Representaba al típico militar colonial que había defendido los intereses de la Gran Bretaña a lo largo de su vasto imperio. La visita se extendió entre el jueves 24 y el sábado 26 de octubre de 1929.

El jueves por la mañana, a bordo del crucero Extremadura llegaron a Ceuta sir Alexandre Godley y el general Muslera con sus respectivas comitivas. En el puerto les esperaban el alto comisario, general Jordana, el presidente de la Junta municipal, José E. Rosende, y otras autoridades. Tras los saludos protocolarios, la comitiva se trasladó al palacio municipal, donde los invitados fueron obsequiados con un vino de honor. Después de visitar las distintas dependencias municipales, se trasladaron al cuartel González Tablas de Regulares, donde fueron recibidos por el jefe de dicha unidad, el teniente coronel Múgica. Posteriormente, un tabor realizó diversos ejercicios de armas. El general inglés afirmó que “ni las tropas indias poseen galas tan fastuosas como las que lucían las tropas del tabor”. Terminada la visita se trasladaron al chalet de la residencia del alto comisario, donde se ofreció una comida privada.

Acabada la comida, los generales Godley y Muslera, acompañados por el conde de Jordana, pasearon en automóvil por el campo exterior de Ceuta, y después se trasladaron al campamento de Dar Riffien, donde fueron recibidos por el coronel jefe del Tercio, Juan José Liniers. En la amplia explanada del soberbio campamento formaron dos banderas de la Legión que, después de ser revistadas por el general británico, desfilaron en forma brillantísima. Sir Alexandre quedó vivamente impresionado. A continuación, el escuadrón de Lanceros llevó a cabo diversos ejercicios de equitación, que fueron muy elogiados. Tras el desfile pasaron a la sala de oficiales donde se sirvió un “lunch”.

Aquella primera jornada acabó con el traslado a Tetuán y una cena privada en la Alta Comisaría.

El viernes 25 lo dedicó el gobernador inglés a visitar Xauen, regresando el mismo día a Tetuán. Mientras que el sábado 26 estuvo en Arcila, Larache y Alcazarquivir. En esta última población, después de recorrer el caserío en automóvil, se trasladó la comitiva al Grupo Escolar España. La visita fue detenida y sir Alexander solicitó algunos libros de lectura empleados para los alumnos. El gobernador, que estudiaba español, exclamó sonriendo: “Antes de marchar a Inglaterra, con gratísimos recuerdos, tendré que volver a este grupo, para examinarme del idioma español”. Después se celebró un banquete en el Hotel Real. A continuación, emprendieron el regreso a Tetuán. Ya por la tarde, sobre las seis, llegó a Ceuta, marchando al muelle Alfonso XIII para embarcar en el crucero Extremadura. Antes de partir, sir Alexander expresó nuevamente al conde de Jordana su admiración al Ejército español y su gratitud por las numerosas atenciones de que había sido objeto.

Instalado en su despacho, sir Alexander envío a Jordana un telegrama de agradecimiento. El conde de Jordana le contestó: “ruégole acepte sentimientos amistad y aprecio personal que le renuevo”.

Abundando en las relaciones de vecindad que existían entre los gibraltareños y sus vecinos, no era raro verlos de excursión por la comarca y por Ceuta o disfrutar de sus fiestas. También los Exploradores marítimos gibraltareños se desplazaban por los alrededores y cruzaban el Estrecho a menudo. Ilustremos estas buenas relaciones con el partido de fútbol que tuvo lugar en el campo de la Real Sociedad Hípica de Ceuta, el domingo 6 de julio de 1924, entre el equipo inglés Britanian y el Militar Real Sociedad Hípica. Vencieron los de la Hípica por cuatro tantos a dos.

Artículo publicado en el número 58 de Almoraima, revista de estudios campogibraltareños

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