TOROS

Muere Carlos Corbacho, el diestro linense que soñó con celebrar corridas de toros en China

  • Distribuyó carteles en los restaurantes chinos del Campo de Gibraltar en busca de jóvenes candidatos que quisieran convertirse en toreros

  • El Cordobés, con quien debutó con picadores, actuó en un festival benéfico para comprarle una pierna biónica después de que tuvieran que amputarle la suya por una vieja cornada

  • Carlos Corbacho y su hábitat

De izquierda a derecha, Paco Camino, Carlos Corbacho (empresario), Andrés Ruano en la cuadrilla del novillero Pedro Castillo y El Cordobés en su última comparecencia en Algeciras.

De izquierda a derecha, Paco Camino, Carlos Corbacho (empresario), Andrés Ruano en la cuadrilla del novillero Pedro Castillo y El Cordobés en su última comparecencia en Algeciras. / F. Ramos

El torero linense Carlos Corbacho Román ha fallecido a los 81 años. Sus familiares, amigos y partidarios -que son muchos- honrarán su recuerdo en una misa que se celebrará este martes, 9 de enero, a las 11:00, en la iglesia de la Inmaculada de su ciudad natal.

Corbacho, que tomó la alternativa en 1962, tuvo una vida de novela. De novela de aventuras, sin duda. Su última gran idea fue lanzarse a la conquista de China como empresario taurino. Soñaba con formar allí una ganadería de toros bravos y organizar una temporada completa. Hace algunos años, distribuyó en los restaurantes chinos del Campo de Gibraltar unos carteles escritos en mandarino, donde se ofrecía una beca para que los jóvenes orientales se formaran como toreros en fincas de la comarca, como la de Francisco Ruiz Miguel.

Lo más sorprendente es que salieron varios candidatos, incluso una torera con buen aire que entusiasmó al maestro nacido en San Fernando. Desgraciadamente, a la chica le surgió una oportunidad de trabajo en Estados Unidos y abandonó su breve carrera taurina. 

El diestro linense tenía claro que no iba a organizar corridas en China hasta que hubiera toreros chinos. Así de magna era su empresa. Incluso lanzó una campaña de publicidad en algunos medios de comunicación asiáticos y algunas agencias difundieron la rocambolesca noticia. Un empresario de Shangái, con el que se asoció, le prometió que mandaría estudiantes universitarios de la ciudad más grande del país a Algeciras, con los gastos pagados, para sembrar la semilla del toreo en el Imperio.

Corbacho soñaba a lo grande, igual que hacía Miguel Mateo, Miguelín, y lo sigue haciendo Manuel Benítez, El Cordobés, uno de sus ídolos, con quien debutó con picadores en 1961 en La Línea y toreó mucho al principio de su carrera. Cuando al linense tuvieron que amputarle una pierna a causa de una vieja cornada y una negligencia médica, El Cordobés actuó gratis en una corrida benéfica organizada para costearle una extremidad biónica.

Carlos Corbacho Román. Carlos Corbacho Román.

Carlos Corbacho Román. / E.S.

En otras páginas del libro que fue su vida, Juan Belmonte acogió a Corbacho en su finca sevillana de Gómez Cardeña la víspera de pegarse el tiro; Antonio Ordóñez le invitó a torear en la goyesca de Ronda y Luis Miguel Dominguín se convirtió en su consejero cuando, una vez retirado de los ruedos en 1992, el linense decidió hacerse empresario taurino. Complementó esa actividad con la compraventa de terrenos rústicos en la Costa del Sol, como intermediario.

Tras un tiempo en Argentina entre vacas mansas y amoríos, Carlos Corbacho construyó un cortijo en la finca de Las Hermanillas, en el término municipal de Los Barrios, donde criaba toros bravos de procedencia Osborne en pleno parque natural de los Alcornocales. De joven recorría aquellos senderos en bicicleta. Desde una terraza en lo alto del cercado, rodeado de sus perros y a pesar de los dolores, el torero rememoraba con alegría momentos de una existencia, de todo menos sosegada, que llegó a escribir en una autobiografía que tituló 'Estás vivo, ¿qué más quieres?'. Descanse en paz.

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