El Brexit antiguo

Los que deberían haber zanjado el problema se pasean por la Bahía en barco o lanzan encendidos discursos sobre la soberanía

Lo acabo de buscar. La primera vez que la palabra Brexit apareció en Europa Sur fue el 15 de abril de 2015. Está en un artículo en el que Fabián Picardo expresaba su preocupación por la posibilidad de que el Peñón se viera arrastrado a la salida y hablaba de la opción de negociar un “diferente grado de pertenencia a la Unión Europea”. Han pasado 3.006 días de aquello, más de ocho años, y Reino Unido y Gibraltar ya no están en la UE, pero el apocalipsis que se auguraba en la comarca como consecuencia del divorcio no ha ocurrido. Es más, la sensación en la calle es que nada ha cambiado. Dicen los que saben que es debido a que en realidad el Brexit no se ha ejecutado en todo su esplendor porque sigue sin zanjarse la negociación para determinar la relación de Gibraltar con la Unión Europea. La Unión Europea es eso que está cuando se sale del aeropuerto, en La Línea y más allá, donde los llanitos compran, se divierten, se echan novio y pasan un fin de semana de acampada.

En este extremo sur donde para muchas personas el Bexit sigue siendo una amenaza, seguimos en el limbo, lo que ha permitido a las administraciones sortear aquellas baterías de inversiones que anunciaban cuando el ogro de la salida parecía que iba a engullir toda la comarca. Las únicas medidas que hasta la fecha se han tomado han tenido como objetivo que no cambie nada. España (y la UE) siguen sin dar una solución al problema de los trabajadores transfronterizos, los negociadores de los dos lados siguen a lo suyo (negociando, que es lo que saben hacer y por lo que les pagan) y Gibraltar sigue hablando de su dependencia de la mano de obra española, de que tiene que ponerle remedio, ya si eso más adelante. Lo mismo de siempre. Lo mismo desde hace años.

El pasado mes de junio un grupo de diputados británicos realizó una “operación de soberanía” por las aguas que rodean a Gibraltar. Iban todos en sus buques de la Royal Navy, vestidos de militares, como los viejos señores feudales cuando salían a pasear para comprobar el estado de sus dominios. Que con la cantidad de quebraderos de cabeza que ha originado el Brexit, la pila de millones gastados y por gastar, el montón de familias sin dormir por el miedo al futuro, con una negociación suspendida por mor de otras elecciones generales, el político que sea salga a pavonearse a la Bahía de Algeciras, es un insulto al ciudadano. Un hecho decimonónico, una gracia que todavía hay quién les ríe. Lo mismo que los de este lado, los españoles, hablando de recuperar la soberanía y bla, bla, bla. Pero claro, eso les permite escaquearse de su misión de ofrecer soluciones prácticas a los problemas de la gente. Cualquier excusa es buena para no dar la cara. Ya vendrán tiempos peores.

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