Alberto Rodríguez

argallego@europasur.com

Carreteras

Decenas de personas han perdido la vida en una tortuosa y traicionera carretera sin que se haya avanzado en su desdoble

He perdido la cuenta de cuántas veces ha aparecido el proyecto del desdoble de la N-340 entre Algeciras y Vejer en los Presupuestos Generales del Estado. Algunos años, con unos testimoniales 100.000 euros que no daban ni para las fotocopias de los planos; en otras ocasiones, como en las cuentas en vigor, con medio millón de euros que, a falta de cinco meses para el cierre del ejercicio, posiblemente no se consumirán.

Y también he perdido la cuenta de cuántas veces nuestros representantes políticos, de todos los signos, anunciaban que, por fin, el proyecto de la N-340 tomaría impulso el siguiente año amparados, precisamente, en esas partidas presupuestarias testimoniales. Unas declaraciones que se conservan negro sobre blanco en la hemeroteca de las promesas incumplidas.

Lo que sí ha sucedido por primera vez, al menos que lleve la cuenta, ha sido el mensaje del subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Pacheco, de evitar circular hacia Tarifa durante el pasado fin de semana, considerado como uno de los momentos críticos de la Operación Paso del Estrecho.

Una recomendación que, basada en la situación de la carretera y su falta de capacidad, puede parecer sensata, no lo discuto. Pero sí resulta muy desafortunada. Porque el Campo de Gibraltar vive en un permanente atasco, no sólo durante la Operación Paso del Estrecho. No hay más que ver a diario el nudo de Los Pastores o la entrada a Algeciras por la A-7 cualquier jornada al filo de las dos de la tarde. O cómo esa misma autovía se colapsa con un mínimo roce entre dos coches por falta de capacidad, ya que no ha sufrido apenas cambios desde los 90, cuando se construyó.

La necesidad del desdoble de la N-340 es casi tan acuciante como la construcción de un acceso directo al Puerto de Tarifa, otro proyecto que lleva años durmiendo en los cajones del Ministerio de Transportes. Decenas de personas se han dejado la vida en una tortuosa y traicionera carretera de doble sentido desde que se dibujaron los primeros planos sin que a día de hoy se haya avanzado mucho más.

El subdelegado nos pedía quedarnos en casa un fin de semana para evitar males mayores. A nuestros políticos, a los que están y los que estén por venir, les pedimos que acaben de una vez con nuestra precaria situación en infraestructuras o, de lo contrario, nos tocará sugerirles que se queden en casa.

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