¿Es España un país racista?

Lo único positivo de esta situación es que puede suponer un punto de inflexión y obliga al país a recapacitar

Los recientes acontecimientos en torno al comportamiento de un buen número de aficionados en Valencia que durante un partido de fútbol profirieron graves insultos al jugador brasileño Vinicius ha situado el racismo en un lugar central del debate público esta semana. Lo cierto es que se ha podido ver en los medios de comunicación que los insultos no fueron un hecho aislado de un pequeño grupo, sino que desde mucho antes del partido un numerosísimo grupo entonaba canciones y gravísimos gritos racistas sin ningún tipo de control y con un sentimiento absoluto de impunidad. Como no soy muy seguidor de la competición de fútbol solo ahora he podido ver en los distintos medios de comunicación que sorprendentemente los insultos racistas se han venido repitiendo en numerosos estadios como un cruel ritual y mucho más me ha sorprendido conocer que no han existido respuestas institucionales contundentes o sanciones. En otras palabras, se ha normalizado los insultos racistas como parte de la liturgia de un encuentro deportivo. En mi opinión, esto es absolutamente intolerable.

Desafortunadamente nuevamente España se ha situado en los medios de comunicación internacionales con un sesgo negativo habiendo intervenido incluso el presidente de Brasil y otros dignatarios internacionales expresando su preocupación sobre lo sucedido. Me llama la atención que incluso ha intervenido la ONU para condenar los insultos en el deporte español. Efectivamente el Alto Comisionado de Naciones Unidas ha denunciado la prevalencia del racismo y ha apelado a los organizadores de eventos deportivos a poner en marcha estrategias sobre el terreno para evitar y contrarrestar el racismo. Parece indudable que la “marca España” ha recibido un buen varapalo de proyección internacional con el caso Vinicius.

Lo único positivo de todo lo anterior es que pudiera ser un punto de inflexión y debe obligar a plantear que sencillamente en España no debe ser admisible los comportamientos e insultos racistas y las autoridades competentes deben adoptar todas las medidas disponibles, administrativas e incluso penales para atacar una lacra, el racismo, que lastra los fundamentos de coexistencia de una sociedad democrática. El caso Vinicius también puede servir positivamente si como sociedad hacemos un ejercicio de profunda revisión de los comportamientos racistas de nuestra sociedad. Tal vez me equivoque, pero creo que este país con una población de orígenes diversos y con una rica historia de mezcla de culturas y sociedades diversas hay a una mayoría tolerante, pero hay todavía una minoría que mantiene comportamientos racistas y desafortunadamente, se ha sido demasiado laxo y tolerante. El racismo debe ser erradicado de nuestra sociedad.

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