Gibraltar y el Brexit, pasado y futuro

La gran paradoja del Brexit es que puede proporcionar a Gibraltar una mayor imbricación en el espacio europeo vecino

Resulta cuanto menos llamativo leer estos días que uno de los principales impulsores de la salida del RU de la UE, Nigel Farage, ha reconocido públicamente que el Brexit ha sido un fracaso y no se ha conseguido lo que prometieron al pueblo británico. El Banco de Inglaterra identifica con claridad al Brexit como responsable de un declive económico que supondrá en los próximos años cerca del 4% del PIB. En definitiva, el Brexit es uno de los productos de los nuevos populismos surgidos en la época de la posverdad embadurnados de fake news donde se apela a la emoción de las identidades que proporcionan respuestas fáciles y sencillas (aunque falsas) a problemas complejos.

En Gibraltar el Brexit ha sido un verdadero cisne negro que causó un verdadero terremoto en los cimientos institucionales del territorio y cuyas sacudidas se suceden desde ese nefasto 23 de junio de 2016 hasta hoy. Y ello porque la población gibraltareña se siente mayoritariamente proeuropea. El paraguas jurídico de la UE ha sido un factor determinante de un modelo de desarrollo exitoso y, por otra parte, le ha proporcionado una importante red de seguridad frente a un vecino que en función de los ciclos electorales se ha comportado como un vecino hostil y poco fiable en ciertas épocas de la historia reciente.

Sin embargo, la gran paradoja del Brexit es que pudiendo ser una verdadera catástrofe puede proporcionar a Gibraltar una mayor imbricación en el espacio europeo vecino, con mayores niveles de integración que suponen verdaderamente una oportunidad histórica. En ese sentido, los negociadores del acuerdo de Nochevieja realmente estuvieron a la altura del desafío con un importante ejercicio de innovación en los planteamientos y cesiones importantes de las dos partes en la búsqueda de un resultado potencialmente muy positivo para todos (lástima que luego el Gobierno español haya obviado una planificación estratégica global para el Campo de Gibraltar).

Después del Acuerdo de Nochevieja cambian los actores y cambia la naturaleza jurídica del acto. El desafío es que la UE que asume la negociación y debe ser la parte contrayente sea capaz de trasladar a un tratado jurídicamente vinculante con el Reino Unido las claves, ideas y principios del Acuerdo. Al parecer, podemos estar cerca. Si lo consiguieran sería verdaderamente un punto de inflexión histórico para el futuro de Gibraltar y sus relaciones con el Campo. No obstante, todavía hay importantes retos y amenazas pendientes. Sería realmente una irresponsabilidad histórica que alguna de las partes recurra a pasados dogmas que han lastrado las relaciones hispano-gibraltareñas impidiendo su modernización y adaptación a las nuevas necesidades de la evolución histórica.

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