La decisión de Putin de invadir Ucrania y atacar con ferocidad y crueldad sus ciudades, ensañándose con la población civil, afecta por supuesto al resto de países europeos. Primero, porque se trata de un conflicto militar en el corazón de Europa con amplias conexiones geopolíticas con los Estados vecinos y, segundo y más importante, porque una de las complejas razones de la agresión es impedir el desarrollo de una Ucrania democrática y liberal regida por los principios europeos que le permitirían integrarse en la UE. Esto representa directamente una amenaza a un régimen autoritario, corrupto y cleptómano como es el ruso. No obstante, las posibilidades de intervención europea directa en la guerra son prácticamente imposibles debido a la amenaza de utilización de armamento nuclear por el fanático que controla el poder en Rusia, Vladimir Putin. En este contexto, la respuesta europea ha sido lo más decidida y potente que las circunstancias pueden permitir. Por un lado, a través de un suministro importante de material militar a Ucrania, y, por otro, con la imposición de fuertes sanciones económicas a Rusia.

Pero lo cierto es que estas sanciones no afectan por ahora al suministro de gas y petróleo, recursos necesarios para gran parte de países de la UE y que constituyen una fuente básica de financiación para Rusia. En definitiva, Europa se enfrenta a la realidad de que para que el conjunto de sanciones pueda tener éxito y sea un factor determinante para que Rusia ponga fin al ataque debe tomar decisiones más drásticas y posiblemente eliminar completamente el suministro de gas y petróleo. Esto causará severos problemas económicos y también sociales, pero puede ser al mismo tiempo una oportunidad. La necesidad de no depender de las fuentes de energías fósiles rusas obligará a la UE a acelerar la transición energética con menos combustibles fósiles en el mix energético y menos emisiones de gases de efecto invernadero, desarrollando de manera más decidirá y acelerada las energías renovables. El problema del cambio climático, eclipsado en los medios por la guerra, representa una amenaza al conjunto de la sociedad internacional y continúa agravándose tal y como recuerdan los informes científicos. Renunciando al gas y petróleo ruso, Europa tiene una oportunidad de transformación de su modelo energético, descarbonizando más rápidamente su sistema y transformando de manera más acelerada el modelo productivo. Dentro de la tragedia que representa la guerra, la UE tiene delante una oportunidad única para su futuro, privando además de ingresos al genocida Putin.

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