Nuevo submarino nuclear en Gibraltar

La parte española no dispone de planes de emergencia en casos de siniestros con riesgo de contaminación radioactiva

Afinales de la semana pasada un nuevo submarino nuclear llegó al puerto de Gibraltar y, al parecer, de acuerdo con los dispositivos y maquinarias que se vieron en su entorno fue sometido a algún tipo de reparación o labor de mantenimiento. Se trata del HMS Audacious, uno de los más modernos de la Royal Navy.

Partamos de un hecho, Gibraltar es un territorio británico con un título jurídico de cesión válido de acuerdo con el derecho internacional y según su sistema constitucional, su defensa y política exterior depende del Reino Unido. Por tanto, entra dentro del marco de sus competencias soberanas las decisiones sobre sus fuerzas armadas y los movimientos de buques y aeronaves en su territorio, puerto, aguas y espacio aéreo. Dicho esto, hay dos elementos importantes a considerar cuando se trata de buques con propulsión nuclear o que porten armamento nuclear.

En primer lugar, el puerto de Gibraltar se encuentra enclavado en el interior de una bahía semicerrada en aguas no delimitadas consensuadamente y en cuyo entorno cercano hay varias poblaciones españolas con una alta densidad de población. La más cercana es La Línea de la Concepción, cuyo número de habitantes dobla los de Gibraltar, y está apenas a unos centenares de metros del puerto de Gibraltar. Es inherente en la utilización de la energía nuclear, tanto para la propulsión de buques como para su utilización en armamento, la existencia de serios riesgos que deben implicar un plus en la planificación de la seguridad tanto preventiva como de respuesta a posibles accidentes o siniestros.

Lo cierto es que este marco geográfico singular que es la bahía de Algeciras/Gibraltar esta planificación no existe de manera conjunta y coordinada para el conjunto de las áreas potencialmente afectadas. La parte española, a pesar del alto número de habitantes y de la cercanía geográfica, no dispone de estos planes de emergencia en casos de siniestros con riesgo de contaminación radioactiva. Parece obvio que la escala y reparación de artilugios nucleares en la zona debería considerar estos factores.

En segundo lugar, el Reino Unido y España son potencias aliadas, con intereses y valores comunes y que comparten su pertenecía a la OTAN y por la tanto se presume deben existir cauces normalizados de cooperación y confianza mutua. La reparación de buques submarinos nucleares y su escala en número excesivo en un entorno densamente poblado como es la bahía semicerrada de Algeciras/Gibraltar parece un gesto hostil en relación con un país aliado que genera un altísimo malestar entre la población civil. La existencia de buques nucleares en la bahía no parece el tipo de gestos que ayude a normalizar unas complejas relaciones transfronterizas.

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