En tres días, el domingo 20 de noviembre empieza el mundial de fútbol, uno de los acontecimientos deportivos más esperados y con mayor proyección mediática e interés público. Como es bien conocido, se celebrará en Qatar modificando las fechas habituales para adaptarse a las condiciones climáticas del pequeño emirato situado en la península arábica. La mayoría de los aficionados al deporte esperan con impaciencia este acontecimiento. Pues bien, en mi opinión la celebración de este acontecimiento deportivo en Qatar es un hecho absolutamente vergonzoso que no debería nunca haberse aprobado y es necesario denunciar.

Las razones son muchas y variadas. Me centraré aquí en el hecho de que el emirato, aunque bañado en dinero y recursos procedentes de los hidrocarburos es un país con gravísimos problemas en relación con la protección de los derechos humanos. Como ha sido denunciado por varias ONGs de prestigio como Amnistía Internacional los trabajadores migrantes que han levantado los estadios e infraestructuras para que puedan celebrarse los partidos han sido tratados en condiciones cercanas a la esclavitud. Las condiciones de trabajo han sido inhumanas, en condiciones precarias, con salarios indignos y retrasos importantes en su abono, obligados a dormir en las obras y sin permisos para salir del país y sin vacaciones. Todo en ello en una organización que ganará cantidades ingentes con la gestión del mundial. Aunque nunca sepamos realmente el número de trabajadores fallecidos al trabajar en estas condiciones, el diario The Guardian estimó en 6.500 el número de estas muertes, basándose en los datos proporcionados por los países de origen de los trabajadores: India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán.

la condición de la mujer en Qatar es inadmisible, con discriminaciones sociales, pero también legales y no se considera una persona de pleno derecho, sino cercana a la propiedad del tutor, siempre hombre, que debe responder por ella.

Asimismo, la homosexualidad está prohibida por ley en el país e incluso castigada con penas de hasta siete años de prisión. En Qatar no existe libertad de expresión y si se considera que una información es tendenciosa, el castigo puede ser de hasta cinco años de cárcel y una importante multa.

En estas condiciones, y sin entrar en los episodios de corrupción en torno a la designación de la sede, la celebración de una fiesta deportiva como un mundial de fútbol no debería nunca celebrarse en un país con graves violaciones de derechos humanos. Es una vergüenza para el fútbol y para toda la comunidad internacional, rendida una vez más al poder infinito del dinero.

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