Una sociedad democrática no se sustenta únicamente con la existencia de partidos políticos y votarlos cuando toque o indique el político reinante de turno. Tal como establece nuestra Constitución, España es un Estado social y democrático, de derecho y de bienestar, con una economía de mercado. Democracia es sinónimo de libertad, una sociedad libre para elegir sus gobernantes, con una justicia libre, con un mercado libre, con una prensa libre, con libertad ideológica, libertad religiosa… Algún amigo dirá que me he convertido en un liberal. Pues no, continúo siendo seguidor de Groucho Marx.

La libertad empieza con la autonomía económica. Las empresas que tienen como cliente exclusivo a la Administración, y que en muchos casos se han creado para ello, son claros ejemplos de corrupción. ¿La publicidad institucional puede marcar el ideario de la prensa? En caso afirmativo, deja de ser libre.

Desde que tengo uso de razón he formado parte de distintos colectivos sociales y mi opinión en todos estos años ha sido que las actividades, los proyectos, el funcionamiento y la vida propia de los colectivos se sustenta por el aporte de sus miembros y de empresas privadas. La Administración puede tener la necesidad de apoyar alguno de estos proyectos, pero nunca debe ser el único sustento.

Asociaciones vecinales, culturales, juveniles, sindicales, empresariales, deportivas y religiosas componen el tejido social de nuestros pueblos; lo enriquecen, le dan perfil fisiológico, escriben su historia, crean tradiciones, le dan alma y espíritu. Sin ellas la democracia no es plena, porque ellas son el pueblo al que tanto se dirigen los gobernantes. Las administraciones deben apoyarlas, pero las entidades no deben depender exclusivamente de estas subvenciones. Planificar con dinero público es negativo. Si esto ocurriera, las entidades dejan de ser independientes y se convierten es sucursales de la Administración o, lo que es peor, del partido político que en ese momento esté gobernando.

Y clasifico de pésimo el caso en el que las actividades se planifiquen únicamente con el sustento económico de la Administración. Esto puede ser signo de que estas asociaciones no tienen músculo, son carcasas vacías, huecas. Cuando los miembros de una asociación no pueden organizar los actos programados sin el auxilio del administrador es porque estas actividades no están a la altura de la entidad o simplemente no han nacido de su necesidad. O peor aún, vienen impuestas desde fuera y no han tenido nunca el respaldo de sus propios miembros.

Es malo depender de la teta de la Administración. Esto, aparte de deformar la boca del administrado, crea amos.

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