Algeciras CF - Atlético Baleares | La crónica

El Algeciras, por fin, se queda (1-0)

Iván Turrillo festeja su gol con rabia

Iván Turrillo festeja su gol con rabia / Erasmo Fenoy

Por fin, sí, el Algeciras Club de Fútbol logró una victoria necesaria para la tranquilidad de todos, club, cuerpo técnico, jugadores y, sobre todo, la afición. Un solo tanto resolvió el choque entre el conjunto albirrojo y el Atlético Baleares para dar a los algeciristas la permanencia, al menos de manera virtual debido a los enfrentamientos directos que habrá en estas tres jornadas restantes y a los empates múltiples que se puedan dar en la última jornada. Fue difícil, sí, porque las cinco derrotas seguidas sumadas por los locales empezaban a inquietar sobre un final de liga trágico.

Los cambios se produjeron, de nuevo en la portería, y con Sergio Santos que ocupó el lateral derecho, sin Admonio. Pero el cambio de juego llegó lento, casi cocinado con paciencia. Fue un partido de dos partes muy diferentes en el juego, frente a un rival que hizo notar la intensidad de la juventud, y la inocencia en algunas situaciones, como la del único gol.

Los dos equipos ofrecieron un primer tiempo que culminó en dos jugadas, solo dos jugadas reseñables, una en cada área, que llegaron en el minuto 44. El resto de la primera mitad del encuentro se sustanció en un juego que se desarrolló en todas las zonas del campo, menos entre los tres palos de cada portería.

El Algeciras decidió concederle el balón al Atlético de Baleares, que planteó llevar su línea de defensa casi al centro del campo en cada ocasión que podía. Los espacios eran pocos y los albirrojos lo buscaron con pases largos por detrás de la defensa balear para que Javi López-Pinto, fundamentalmente, corriera su banda, aunque en muchas ocasiones centró más su posición, lo que no es muy habitual. Estuvo batallador, como si es corriente. Ya se sabe que el juego de creación algecirista depende de lo que puedan hacer Eric Montes y Borja Fernández, que no terminaban de encontrar las combinaciones.

Otras carreras llegaron por la banda derecha, con Sergio Santos centrando algunos balones. El mejor ejemplo, en el minuto diez, un pase largo de Tomás, que controla Santos pero cuyo pase se queda corto.

Todo lo que ocurrió en esos primeros cuarenta y cinco minutos invitaron a reflexionar sobre la profundidad, un concepto fundamental en el fútbol. En el campo había un equipo que necesitaba una victoria, el Algeciras, que manejó sus tiempos y la paciencia de la afición en esta porción del partido, y otro que no quería perder, el Atlético Baleares, que vino a ensayar fórmula, sobre todo juvenil, con la que encarar la próxima temporada en Segunda División.

Pero la profundidad no consta solo de pases largos o solo requiere de jugadores rápidos y  habilidosos para penetrar pese a la oposición del contrario. También depende de la movilidad de los jugadores propios, y en eso el Algeciras no estuvo muy dispuesto en la primera parte del partido. Tampoco hay juego peligroso cuando no se encuentran las espaldas, o las espaldas del adversario están más cerca del centro del terreno de juego.

Al final, rayando el descanso, Juan Piera, uno de los jóvenes titulares del Baleares, la tuvo fácil para batir la puerta que defendió esta jornada Marcos Lavín, pero su pie llevó la pelota más cerca del banderín de la esquina que de uno de los tres palos de la portería algecirista.

No había pasado un minuto y la tuvo en la puerta contraria el capitán del Algeciras, Iván Turrillo, que disparó muy bien, cruzado, pero el balón lo rechazó el cancerbero visitante, Ramón Vilá.

Cambio de dominio

El Algeciras decidió asumir en la segunda parte el manejo del balón, y jugó con más intensidad que en la primera mitad. Por mucho que mantuviera en esta parte el Atlético Baleares su línea de defensa muy alta, Eric Montes y Borja Fernández, como el resto de sus compañeros, encontraron los canales de circulación de balón donde hasta eso momento no podían.

Ayudaron también los cambios, que refrescaron ideas, con la entrada primero de Dani Merchán, que consiguió penetrar las líneas baleares con balón y generar más situaciones de acecho al área contraria. Tomás, a quien relevó, también lo había conseguido antes, con pases largos, pero su físico no le respondió para aguantar todo el partido.

Y llegó el gol, fruto de un barullo en el área pequeña mallorquina que nadie acertaba a resolver. Hasta que Iván Turrillo lo hizo, con pundonor, en el sitio dónde se resuelven las ocasiones. Gritó con rabia como todo el público, con un gol que, a la postre, da la tranquilidad buscada tanto tiempo, tanto como cinco semanas con derrotas definitivas que quedan atrás.

El Atlético Baleares no inquietó nada ni antes ni en lo que restó de tiempo hasta el final. Ahora las tres jornadas que quedan se enfilan de otra manera, sin la ansiedad de una victoria balsámica como la lograda en el Nuevo Mirador, esta vez sí, por el Algeciras.

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