150 aniversario de La Línea

Los Jardines Saccone y el mar en el siglo XIX

  • 1870-2020. Miguel del Manzano recorre en una serie de entregas los principales hitos del proceso por el que se creó La Línea

La playa de Poniente, en el siglo XIX

La playa de Poniente, en el siglo XIX

Los Jardines Saccone o Paseíto Chacón es sin duda la joya artística de nuestro patrimonio vegetal. En este lugar existía una extensa huerta, que adquirió el Sr. Saccone, acaudalado ciudadano de Gibraltar, en 1874, el cual la convirtió en una quinta de recreo que llamó Villa San José. En ella edificó el magnífico palacete, que servía de vivienda. Al mismo tiempo se construyó un magnífico jardín. El conjunto constituye una parte muy importante de nuestro patrimonio histórico monumental. El autor del jardín fue D. Ernesto Codali Butti, experto y afamado floricultor de origen italiano. En 1922, el Ayuntamiento compra la finca, siendo alcalde D. Cayetano Ramírez Galuzo, para que sirviera de Casa Consistorial. Esto pertenece ya al siglo XX.

Muchos de los árboles que a continuación se relatan se plantaron entonces, otros ya estaban en la huerta, por lo que algunos tienen más de 150 años. Estos seres longevos, testigos mudos de nuestros recuerdos entrañables, siempre han formado parte del paisaje silencioso de nuestra historia local. Por ello merecen nuestra mayor consideración y reconocimiento.

De entre las numerosas especies existentes dentro del recinto destacaremos sólo siete por su longevidad, tamaño, singularidad y belleza, puesto que sería exhaustivo enumerarlas todas; nos detenemos únicamente en los árboles centenarios: Araucarias, Glicinias, Falsos Pimenteros, Ficus, Palmeras y Encinas. Añadimos en último lugar los Plátanos de Paseo, por su tamaño y belleza, aunque todavía no han cumplido el siglo.

El mar en La Línea

La Línea, como istmo que es, está rodeado por el mar en ambos lados, por Levante (este) y por Poniente (oeste). Los mejores hechos históricos han venido por el mar, pero también las peores tragedias. No hay nada mejor que leer los periódicos de las distintas épocas para averiguarlo.

La Línea es una ciudad asentada sobre el mar. Algunos historiadores afirman que el istmo donde se asienta la ciudad estuvo inundado por las aguas, en tiempos remotos. Posiblemente el Peñón era una isla. Como toda ciudad costera, el mar suaviza las temperaturas: en verano las baja y en invierno, las sube.

La Línea posee una situación privilegiada respecto a las corrientes que origina el Estrecho, que reparten frío y calor, originando un clima extraordinariamente benigno, aunque algunas veces es atacada por los fuertes vientos de levante y de poniente, que ha dado numerosos casos de tragedias en el mar. No hay más que recordar los naufragios (ya relatados) del carguero Utopía, del crucero Reina Regente, del sucesor del Reina Regente, de la barquilla Enriqueta, del vapor inglés Genovese, de los bergantines italianos Nueva Aurora y Nuevo María, del brick-barca italiano Fortunata y tantos otros.

Las playas linenses

Las dos playas a las que acudía todo el mundo en La Línea eran las de Levante y la de Poniente, es decir, La Atunara y San Felipe. No obstante, su costa tiene una larga extensión de varios kilómetros de playa, como pueden ser la de Santa Bárbara, la de Carboneras, la de los Catalanes, la de los Portichuelos, la de la Alcaidesa, la Segunda Torre, Torrenueva, etc.

Una de las cualidades de las playas linenses es que, todavía las urbanizaciones no han irrumpido en la costa, como en tantos otros lugares de la geografía patria, arrasándolo todo. Por todo ello, aún se conservan zonas en que podemos encontrar playas vírgenes, aunque en otras, ya han comenzado los especuladores del suelo a captar a los futuros compradores con el reclamo de las cercanías y las vistas al mar.

El varadero de La Atunara, en el siglo XIX El varadero de La Atunara, en el siglo XIX

El varadero de La Atunara, en el siglo XIX

Las playas son un producto bellísimo de la erosión continua que el mar ejerce sobre los minerales de la costa. Según el flujo y reflujo de las olas y el litoral en el que ejercen su labor, las playas pueden ser de distintas consideración.

Hay playas de arena fina, de arena gruesa, de piedras, con acantilados, etc. En La Línea existen varias playas de excelente calidad.

Una noticia curiosa referente a la playa apareció en la prensa local el 3 de agosto de 1894, que dice textualmente: “El señor alcalde ordena, que para evitar abusos, en la playa de San Felipe, los bañistas observen las siguientes reglas: “Hombres solos, se bañarán desde el amanecer hasta las seis de la mañana, y desde las once hasta las tres de la tarde. Las señoras, desde las seis de la mañana hasta las once, y desde las tres de la tarde hasta las seis. Otras mujeres, desde las seis de la tarde hasta el oscurecer” ¿Quiénes eran otras mujeres? Los malpensados opinaban lo peor.

Los periódicos en el siglo XIX

Durante el siglo XIX, La Línea había asistido al nacimiento del periodismo con una profusión de publicaciones periódicas que llamaban la atención de propios y extraños. Algunas fueron simultáneas, otras de vida más o menos corta y otras con mayor tirada o con escaso número de ejemplares.

Estas son muchas de las que se editaron (aunque no todas), con algunos datos de cada una de ellas:

Nueva Era, que se publicó en enero de 1884.

El Sino, que se titulaba "Diario Independiente del Campo de Gibraltar", fundado en el año 1889. Se editaba en la calle Real nº 4. Su director y propietario era D. Lutgardo López Zaragoza. Tenía como redactores a D. Emilio Morán Lavander, D. Manuel Rodríguez de León y D. Eduardo Jones. Se publicaba los miércoles y los sábados y la tirada era de 560 ejemplares.

Diario de La Línea, que se denominaba “Órgano del Partido Liberal-Dinástico. Periódico político, mercantil, industrial, literario y de anuncios”. Inició su publicación el 15 de noviembre de 1890 y tenía su redacción en la calle Libertad, hoy Real, números 33 y 35. Suspende su publicación el 23 de marzo de 1895, siendo su último número el 1.298, no volviendo a reaparecer.

¡El Pum!, se denominada “Semanario y sin color, jocoserio, impolítico, imparcial, literario humorístico y censor del que juzgue los actos de otro mal y los suyos no supo hacer mejor”. Ya se publicaba en 1891.

El Clarín, “Semanario político e independiente”. Era redactado en la calle San Pablo nº 9. Comenzó su publicación en el año 1893.

El Pueblo, semanario fundado en 1898, salía los domingos y era su director D. José González.

El Adalid, fundado igualmente en el año 1898, siendo su director D. José Moreno Triviño.

El 16 de enero de 1891, aparece en el Diario de La Línea con el título de “Curioso Anuncio”, el siguiente aviso: “Se venden tres carruajes de cuatro ruedas en buen uso, propiedad de un liberal a quien no se le ha permitido trabajar con ellos, a pesar de estar dedicado a dicha industria desde tiempo inmemorial y venir pegando su contribución. Se realizan en condiciones ventajosas. En este periódico se darán cuantos detalles se deseen”.

Hubo bastantes más publicaciones periódicas, pero todas ellas vieron la luz en pleno siglo XX.

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