Juan Espadas se la juega en las europeas

Espadas necesitaría firmar un pacto con el tiempo para curar las heridas abiertas tras la debacle socialista del 28-M

Juan Espadas asegura que su futuro pasa por Andalucía. Pero si el PSOE pierde las elecciones europeas en esta tierra –donde siempre las ganó– los suyos no le perdonarían una cuarta derrota consecutiva. Los retos del líder del PSOE andaluz son más complicados que los de quienes le precedieron, porque estos partían de una posición más cómoda. Cuando el BOJA llevaba el sello socialista, la vida sonreía a su partido y a su legión de asesores y cargos de confianza. Ahora que la Administración lleva la rúbrica del PP, los profesionales que viven exclusivamente de la política sólo saben medrar. Muchos de ellos no se han enterado de que estaban en la oposición hasta la segunda legislatura de Juanma Moreno. Y por si no tuviera bastante con tratar de recobrar el pulso del partido en mitad de las revueltas internas, a Espadas también le toca defender en el Senado políticas que los andaluces no comparten, a la par que le afea a compañeros como Javier Lambán que digan lo que él mismo piensa de la amnistía.

Espadas necesitaría un pacto con el tiempo para curar las heridas abiertas tras la debacle de las municipales. Ni una refundación sería tan dolorosa. Estos días intenta aprovechar el viento de cola tras la victoria en Cataluña para visitar las provincias y levantar el ánimo entre los suyos. Los maliciosos dicen que viaja solo porque no se fía de nadie, pese a dirigir un amplio equipo, y quizá sea éste uno de sus problemas: nadie sabe quién manda. Cuenta con varios portavoces. Dispone de una ejecutiva que apenas convoca, porque prefiere a los secretarios generales provinciales. Su gobierno en la sombra se toma tan en serio su papel que apenas se le recuerda. Y los susanistas, cuya experiencia podría ser de gran ayuda, siguen al margen. El PSOE se sostiene en dos o tres grandes municipios en provincias como en Cádiz y Sevilla, pero en otras como Málaga el PP no dejó ni las migajas, y así es muy difícil apelar a la unidad.

El mayor pecado de Espadas reside en querer contentar a todos. También le critican la falta de pegada contra el PP. El presidente de los populares desgastaba a sus rivales sonriendo. Detrás de su gesto moderado, Moreno ocultaba un colmillo afilado. Lo mismo posaba delante de un prostíbulo denunciando corruptelas socialistas, que acusaba a Susana de todos los males de nuestra sanidad sin miramiento alguno. Para imitarle, Espadas necesitaría poner orden. En Cádiz le reprochan que no haya un liderazgo claro. En Jaén saltan chispas entre sus dirigentes. Málaga es noticia por las dimisiones en cascada. También hay lío en Córdoba, Almería y Huelva, cuyos dirigentes le exigen una nueva hoja de ruta. Quienes le acusan sin piedad no dejan de ser en parte ventajistas. Saben que las agrupaciones del PSOE están muertas en casi todo el país desde la tragedia del 28-M y que el único responsable es el mismo al que ahora jalean.

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