Un paseo por las calles de Algeciras le bastó al jefe de la delegación de Vox en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé, para dibujar una ciudad por la que “entra droga, inmigración ilegal, inseguridad y productos importados de terceros países que compiten deslealmente con nuestros productores”. Quizás si quedara unos meses observaría una Algeciras culta, integradora y trabajadora, que ha aúpado a su puerto a los primeros puestos de Europa sin la atención necesaria de las administraciones. Esa se ve que no la conoce y, además, no le sirve para alentar el miedo a la inmigración, su único objetivo.

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