Patrimonio rupestre

Cibeles Fernández Gallego

Técnico en arqueología del Ayuntamiento de Los Barrios

Protejamos Bacinete

La joya del patrimonio rupestre necesita ser protegida y eso requiere una inversión por parte de las administraciones  

Pintadas en la cueva de Bacinete.

Pintadas en la cueva de Bacinete. / E.S.

No descubrimos nada nuevo al lector si decimos que el Conjunto Rupestre de Bacinete es un enclave prehistórico de excepcional interés patrimonial desde el punto de vista histórico-arqueológico que unido, además, a la gran importancia paisajística y medioambiental lo hacen un lugar único. En Bacinete confluyen excepcionalidad, espectacularidad, belleza y un alto interés cultural y científico de importancia nacional e internacional.

En los últimos días se han producido una serie de actos vandálicos, que son continuación de tantos otros ocurridos en el lugar desde hace mucho tiempo, que han afectado no sólo al entorno más inmediato, sino a los propios abrigos contenedores de las pinturas rupestres: pintadas en las roca, alteraciones de algunos de los motivos prehistóricos mediante rascado del soporte y restos por todo el complejo del magnesio utilizado por escaladores.

Ante tales desastres es muy importante que de manera inmediata se intente dar soluciones a un problema que puede acabar definitivamente con esta joya rupestre.

Cibeles Fernández Gallego. Cibeles Fernández Gallego.

Cibeles Fernández Gallego. / E.S.

La única protección con la que cuentan las pinturas actualmente es una reja que rodea el abrigo principal. Reja que en la actualidad está forzada y presenta una abertura por la que se puede acceder fácilmente y que lejos de proteger se convierte en un reclamo más para intentar acceder a ellas. Además, aunque se mantuviera en buenas condiciones, este tipo de cierre no evita la acción antrópica, permitiendo por ejemplo poder tocar los paneles introduciendo palos, vertido de líquidos, lanzar objetos…etc.

Para poder realizar una protección integral y efectiva no basta por tanto “enjaular” uno de sus abrigos, son necesarias medidas que integren todo el conjunto. Una solución que creemos viable y eficaz es la colocación de un vallado perimetral, con un único acceso con candado, que cierre un área más amplia minimizando por tanto el impacto y contaminación visual que producen otro tipo de cierres, evitando así la aparición de una frontera artificial entre el espectador y el paisaje, indispensable este para el completo entendimiento del Santuario, e incorporándolo por tanto como elemento indispensable en la concepción del mismo.

Además al no vislumbrarse las pinturas desde el vallado se evita, en cierto modo, la tentación de querer rebasarlo para acceder a ellas. Como refuerzo al vallado perimetral se propone la colocación de cámaras de vigilancia.

Las visitas al yacimiento se harían entonces de manera controlada y programada, siempre guiadas y/o acompañada por una persona responsable que es la que abre y cierra el recinto después de cada grupo de visitantes.

Por otro lado creemos que esta medida de protección se vería ampliada y mejorada con la creación de un Centro de Interpretación fuera del entorno de Bacinete donde se recepcione a los visitantes y se regulen los grupos y visitas. En él recibirían amplia información del yacimiento e incluso se podrían dar “charlas” para la concienciación, desde el propio centro, en el uso y conservación del Bien. Esto, además, minimizaría el tiempo de estancia en el yacimiento, factor que afecta directamente a su conservación.

Un tema importante a resolver por parte de la Administración es la cuestión de la titularidad de los terrenos donde se encuentra este Bien de Interés Cultural. Bacinete está en una finca privada, lo cual ha dificultado y dificulta la problemática de su protección. Cualquier medida implica un gasto económico que, a menudo, el propietario considera no le corresponde (aunque la ley de Patrimonio no diga lo mismo). En este sentido realizar una permuta de los terrenos y convertirlos en públicos agilizarían con seguridad el proceso.

En los tiempos que estamos invertir en la protección de un bien tan frágil como el que nos ocupa no puede seguir considerándose como una necesidad de segundo orden ni un gasto superfluo sino como la única medida posible de garantizar el futuro de nuestro patrimonio rupestre.

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