Algeciras

Dorina Gutherless, profesora: "La vida ha hecho lo que le ha dado la gana conmigo"

  • Profesora de inglés, jinete, acuarelista, acaba de ser homenajeada por su aportación a Algeciras

  • "Los cambios en la comarca han sido muy rápidos"

  • "Conocí en Jimena a gente que no tenía nada, pero que siempre tenía algo para compartir"

  • "Sevillana, una yegua que compré en la Cañada de los Tomates, me ayudó a conocer España"

  • "Hay que escuchar a los niños porque combinan sabiduría e inocencia"

Nacida un 4 de agosto. Suena a título de película aunque son la fecha y el mes en el que nació en Islas Mauricio -no importa el año exacto- una mujer que se llama Dorina Gutherless, profesora de inglés, acuarelista, escritora y relatora de historias, jinete de raids con una yegua llamada Sevillana y de saltos -llegó a representar a España-, pinchadiscos en noches del hotel Reina Cristina de Algeciras de los años 60 del siglo XX, vendedora de pisos, cuidadora de niños, educadora siempre, naturalista. Un día decidió vivir en Algeciras después de varias idas y vueltas por diferentes países. Acaba de recibir un pequeño homenaje impulsado por sus amigas y amigos, escenificado en la imposición de una insignia de la ciudad por el alcalde, José Ignacio Landaluce.

Conversar con Dorina es una oportunidad de escuchar relatos  de una vida disfrutada con libertad y determinación,  con los ojos -que un día le enseñaron que sirven para observar- y la mente muy abiertas, en el que van sucediéndose nombres de personas muy conocidas y otras que no lo son. De pronto esos relatos están salpicados o simplemente conducen a una reflexión certera, como cuando dice "hay que aprender de los niños".

- ¿Cómo se siente con el homenaje recibido?

- Me siento humilde, un poco humilde. No paro para valorarme a mi misma, ¿sabes?. Vivo cada día como viene. Intento ser buena persona. No pienso en esas alabanzas.

- Su vida está plagada de historias en muchos lugares

- Tarde o temprano lo tengo que escribir. No sé lo que es una vida normal, porque no la he tenido. Ha sido muy diferente. Nací muy lejos de aquí, en Islas Mauricio, y no sé si es bueno o malo pero tengo una memoria fotográfica. Me acuerdo, y no tenía más que once meses, en brazos de mi tata, que me llevó a ver el mar por primera vez. No sabía que era, no tenía palabras, claro. Me acuerdo ver esa joya que es el mar.

- ¿El mar le trajo aquí?

- No me atrajo nadie. Estaba en Londres, trabajando con un arquitecto, un buen trabajo. Estaba bien, era el mes de junio, tercera semana de junio. En Londres la gente se pone loca cuando sale el sol. Estaba en un parque y me dije: “quiero ver el sol de verdad”. Fui a un quiosco y compré un mapa. Veo que ese sitio que se llama Tarifa es sur de Europa, pero también es sur de España, está entre dos mares y con África delante. Decido irme. Al día siguiente había regalado casi todas mis pertenencias. Dejé todo y me metí en ese tren. El viaje duró tres días. Lo que sí noté es que cuando pasas Despeñaperros el mundo cambia, las flores, las gaviotas, cuando paso la estación de San Pablo, que bonito, que bonito.

- Y entonces llega a Algeciras

- El tren llega hasta el puerto, hasta el muelle, fascinante. Solo había un taxi y un taxista muy viejos, y le pregunté si me podía llevar hasta Tarifa. Me meto en el taxi y tiene un pinchazo. Ahí está el viejo debajo de su taxi, yo sentada en una roca y el toro de Osborne por ahí y África. Dios mío, he visto cosas muy bonitas, pero más que esto no lo hay. Llegué a la fonda Villanueva, donde conocí a una inglesa o inglesa americana. Ceno con ellas y me dice que había una australiana que tuvo que irse de Tarifa porque era rubia, con falda corta, y los hombres se ponían en el suelo para mirarla. Las mujeres llegaron con cuchillos y la amenazaron, dándole 24 horas para irse. Lo gracioso es que yo había conocido a la australiana, en Melbourne.

- Decide regresar a Algeciras

-Llego al hotel Cristina. Ya es de noche. Allí me ofrezco a poner los discos. Me dan una habitación mirando a Gibraltar, oliendo jazmines y dama de noche, nunca la había olido, la música suena. "Si, si, si, podría quedarme aquí", me digo. Me quedé hasta octubre, final de temporada de turismo, cuando se cerraba la boite del hotel. Y entonces llega al hotel una señora marquesa, la de Povar. Fui señorita de compañía de sus nieto, y dos semanas después me fui a Grecia.

- Usted siempre ha ejercido su libertad

- La vida ha hecho lo que le ha dado la gana conmigo, creo. He intentando ser buena persona al mismo tiempo que he disfrutado. Luego es otra historia como volví, y luego me fui otra vez, y volví. Si yo supiera que iba a vivir tanto tiempo aquí, creo que me habría quedado más tiempo en Grecia.

- ¿ Y en Grecia?

- Nunca he hecho turismo. Ese año en Grecia era diferente. Hay gente que dice que la inteligencia en Atenas en aquel año (1967) habría que compararla con el año 1939 en París. Conocí a Jack Kerouac, Leonard Cohen, al poeta Wyston Hugh Auden.. Pero también hubo un golpe de estado en el que estaban implicados los norteamericanos. Aquello era muy feo. 

- Pero dice que hubiera vivido más tiempo allí

Viví en la casa más alta de Atenas. Mirar la Acrópolis, la luna llena y el sol. Esa gente sabía lo que estaba haciendo. Sentí estar en la falda de los dioses. Luego pasé los dos últimos meses en un pueblo turco donde conocí al hermano de Mick Jagger, Cristian. Me dijo que yo no sabía lo difícil que era ser hermano de Mick. Era una maravillosa persona, buscando su propio destino. Entonces un día cogí un tren y dieciséis después estaba en Algeciras.

- Vuelve al Campo de Gibraltar

- Antes paré en Venecia, donde conocí a Peggy  Guggenheim, gran mecenas del arte moderno. El viaje de regreso fue en tren hasta Málaga y luego en autobús a Algeciras. Cuando estoy cruzando la Plaza Alta, oigo a un hombre que me dice: “justo la persona que estoy buscando” Era Dominique Always, que estaba  intentando montar el Cuartón. Me incorporé a ese proyecto.

- Fue jinete.

Eso fue después. La primera vez que monté en mi vida fue un burro de un gitano, en la playa, que me regalando un pony. Lo empecé a montar y luego en Australia monté caballos. Estando aqui supe de una yegua que vendían para carne en la Cañada de los Tomates. La tenían en un sitio tan oscuro, atada contra la pared, sin agua, y yo, por casualidad, caminando por allí, dije que me la llevaba y la compré.  Geográficamente, conozco España gracias a esa yegua, que puse de nombre Sevillana. Era una atleta. Y enseñé a muchos niños a montar.

- Es usted inglesa pero habla perfectamente español.

- Muchos ingleses viven en su mundo. Cuando estoy con ingleses soy inglesa. Leo en inglés y escribo en los dos idiomas, pero por el mundo que me he dado sé un poquitin de todo.

- ¿Cómo ha visto cambiar el Campo de Gibraltar?

Lo que más te voy a decir de los cambios es que fueron muy rápidos, del día a la noche. Hay una cosa.. He vivido también en Jimena de la Frontera, con gente de campo. Era pobre pero no era tan pobre porque nadie tenía nada, pero todo el mundo tenía algo para compartir. Pintaban juntos las casas blancas para las fiestas o para el verano. Ahora la encuentras llena de turistas. Esas casas pequeñas eran preciosas, y por la noche puedes ver todas las estrellas en el cielo.

- Usted valora mucho a los niños

- He convivido más con niños que con adultos. Hay que escuchar su sabiduría porque se combina sabiduría con inocencia. 

- ¿Qué le queda por hacer?

- Morir (carcajadas). Me gustaría saber que mis nietos están bien. Tengo una nieta que es muy inteligente, y a veces las mentes inteligentes pueden ser frágiles. Está en Barcelona haciendo Bellas Artes y también está estudiando Psicología por el Open University, y por la tarde cuida a niños franceses. El otro día estaba tan cansada y para relajarse escribió una canción, la toca y la canta. Me escribió en el bolso (lo enseña): "Como las rosas, Dorina crece con el sol". La canción es preciosa.

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